| Notas |
[1]
«Myself», voz inglesa correspondiente al pronombre reflexivo de la primera persona del singular, es el seudónimo que el autor emplea en dos de sus libros, a saber: L’home ben educat: regles d’urbanitat i etiqueta (1926) y La dona ben educada; regles de capteniment i etiqueta (1927), cuyas entradas pueden consultarse en el OPAC de la Biblioteca de Catalunya. Por lo demás, este seudónimo aparece exclusivamente en los artículos de su sección «Hojas de dietario» de «La Publicidad», periódico que más tarde, a partir de 1922, comienza a publicarse en catalán, pasando a llamarse «Fulls de dietari» en el rebautizado diario «La Publicitat». En su edición de 2008, el Diccionario de seudónimos españoles del siglo XX de López de Zuazo relaciona con este autor y seudónimo el segundo de los libros anteriormente citados, así como con sus publicaciones en «La Publicitat» (Madrid, Fragua). Sin embargo, las firmadas por «Myself» fueron las «Hojas de dietario» publicadas concretamente entre los años 1917 y 1922, esto es, en la versión en castellano del diario. Soldevila abandona este seudónimo en «La Publicitat», donde no colabora hasta 1932, como indica López de Zuazo, sino hasta 1934, tal y como puede consultarse en ARCA (Arxiu de Revistes Catalanes Antigues).
[2]
Concilia durante algunos años la carrera jurídica con la escritura, aunque abandona la primera en 1923. De sus escritos publicados en prensa destaca la sección “Hojas de dietario” del diario La Publicidad, que a partir de 1922 se convertiría en “Fulls de dietari” en La Publicitat. Fueron asiduas sus colaboraciones en El Poble Català, La Veu de Catalunya, Revista de Catalunya, El Día Gráfico, El Noticiero Universal, El Sol o La Vanguardia, entre otros. Asimismo, fue director de las revistas D’Ací i d’Allà (1924-1936), Quaderns Blaus (1925-1933) y Biblioteca Univers (1928). Su obra literaria fue profusa y variada: desde los tempranos poemas de Lletanies profanes (1913), libros dedicados a Cataluña y Barcelona como L’art d’ensenyar Barcelona (1929) o Bellessa de Catalunya (1956), literatura pedagógica como L’home ben educat (1926), hasta obras de marcado carácter costumbrista como Figures i homes de Catalunya (1962), Del llum de gas al llum eléctric (1951) o Gracias y desgracias de Barcelona (1943). En narrativa, resultan destacables títulos como los de la trilogía Fanny (1919), Eva (1931) y Valentina (1933), cuyo último libro le hizo ganar el Premio Joan Crexells de Narrativa en 1933. También fueron muy celebradas comedias de su autoría, como Civilitzats tanmateix! (1921) o Els mil-lions de l’oncle (1927).
[3]
Este diálogo se publicó el 3 de junio, es decir, menos de dos meses antes del golpe de estado ocurrido en España en 1936. El texto refleja la convulsión y la escalada de violencia previas a dicha época, advierte del peligro de una posible dictadura y hace una dura crítica a la izquierda española de su momento.
[4]
El diálogo relaciona el malestar social que describe con la subida al poder del Frente Popular, ascenso que se había producido unos meses antes, tras las elecciones de febrero de 1936. Aunque el autor critica a los dirigentes soviéticos, afirma que los dirigentes españoles, en comparación con los primeros, resultan entre tibios e irresponsables.
[5]
Uno de los interlocutores del diálogo menciona a los “asambleístas que se congregaron hace pocas semanas en Zaragoza”. Se refiere al congreso que la CNT organizó ese 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, en Zaragoza, ciudad que contaba con el núcleo anarquista más fuerte fuera de Cataluña. En el texto se compara a sus integrantes, para desmerecerlos, con “la lectura de la vieja Iscra”; es decir, Iskra, la publicación periódica de tipo político de los emigrantes socialistas de Rusia, que también llega a publicarse en otros países. Comenzó en el año 1900 y cesó su actividad cinco años después. Parte de su equipo directivo fue partícipe de la Revolución de octubre de 1917.
[6]
En este texto dialogan dos ciudadanos adultos. La indeterminación de sus identidades, el contexto de cotidianidad en que se insertan y el tratamiento de asuntos de plena actualidad otorga a sus opiniones un lugar de relevancia entre los de la opinión pública.
[7]
En el texto dialogan dos interlocutores designados mediante los pronombres indefinidos “uno” y “otro”. Esta repetida denominación, que introduce cada una de sus respectivas intervenciones, constituye una marca de impersonalidad que atribuye estas opiniones a dos ciudadanos cualesquiera y con ello, estas ideas se muestran susceptibles de ser frecuentes o mayoritarias entre la ciudadanía.
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