Notas |
[1]
Título que encabeza el texto en el mss. 3796 de la Biblioteca Nacional de España, el testimonio de la obra más antiguo que conservamos hasta la fecha (siglo XVI, al parecer). Debido al desgaste del margen del folio ha sido necesario recomponer la parte del título indicada. Para ello nos hemos basado en la edición de López Romero, que a su vez se basó en la edición de Foulché-Delbosc (vid. infra).
[2]
Título ofrecido por Ferreras. Diálogos, n. 29.
[3]
Título ofrecido por Andrés Renales, n. 76.
[4]
Título ofrecido por Gómez, n. 35.
[5]
Título de las ediciones de R. Foulché-Delbosc y José López Romero.
[6]
Gabriel Andrés Renales, en su catálogo inédito "Diálogos literarios del siglo XVI" (n. 76), encabeza la entrada por el nombre del dialogante y se apoya en la supuesta firma del autor, que aparece al final del texto, en el vuelto del folio 9 del manuscrito original, para atribuirle la autoría (“Al final firma Laín Calvo, el autor sin duda”, pág. 71). Efectivamente, tal firma aparece. Sin embargo, no se puede atribuir la autoría a Laín Calvo, que participa en el diálogo como estatua en un emplazamiento (el Arco de Santa María de Burgos, construido en el siglo XVI), según Ignacio González de Santiago (1989, pág. 239) muy posterior a su fallecimiento como juez castellano (en el año 869 u 870, dependiendo del historiador). En realidad, se trató de una significativa reforma arquitectónica de la más importante de las puertas de acceso a Burgos, labrándose en su fachada un auténtico retablo civil en honor de Carlos V y de los personajes históricos ligados al origen y organización de la Caput Castellae; se inició en 1536, a cargo de Francisco de Colonia y fue terminado por Juan de Vallejo, completándose las estatuas en 1551.
[7]
Desconocemos si la fecha, que figura junto al título del manuscrito, refleja el año de creación del diálogo, de copia del mismo o, quizás, lo ubica temporalmente. Esta última hipótesis resulta muy plausible si tenemos en cuenta que el Arco de Santa María (donde están las estatuas) se terminó de construir pocos años antes.
[8]
Aunque se esboza una crítica contra los grupos judeoconversos que podríamos considerar de índole general, el texto se centra especialmente (tanto en el título como en el propio cuerpo) en la situación concreta de Burgos.
[9]
En el texto hallamos una burla hacia características fisiológicas que se asociaban despectivamente a los judíos, como las almorranas crónicas o el tener un rabo oculto. Tal es el factor diferencial en el grupo que, según el texto, “el uno conoze al otro de su linaxe” (pág. 26 en la edición de López Romero) por su olfato y fisionomía.
[10]
En el texto se hace especial hincapié en el enriquecimiento de los grupos conversos gracias a su actividad comercial, que les permite, según el autor, comprar ilícitamente títulos nobiliarios que en su origen pertenecían a cristianos viejos.
[11]
Engloba toda una serie de ataques hacia diversas costumbres asociadas a judeoconversos (referentes a bodas, vestimenta, etc.).
[12]
También puede observarse una crítica hacia la herejía que subyace tras las supuestas conversiones de los judíos, que el autor declara no sinceras (Laín Calvo comenta, al hilo de esto, que los conversos dibujaban cruces a modo de burla en los sacos donde guardaban lana y otras mercancías).
[13]
Posiblemente, el tema más recurrente sea la obtención de títulos nobiliarios propios de cristianos viejos gracias al poder adquisitivo del grupo converso, lo que conllevaría directamente, según el texto, una pérdida del valor de estos títulos. Para apoyar esta idea, se contrapone el pasado dorado de la ciudad de Burgos y de la propia Castilla, con héroes gloriosos y batallas memorables, frente a una actualidad marcada por la decadencia, con escudos nobiliarios de estos antiguos héroes comprados por las familias conversas. Para esta contraposición se mencionan varias personalidades míticas de Castilla, deshonradas por el presente de la región, así como varias batallas que forman parte de la historia épica del reino.
[14]
Dentro del ámbito de las profesiones también se hace mención a los “asesinatos de cristianos” perpetrados por médicos conversos, poniendo como ejemplo concreto el caso de la muerte del rey Enrique III en 1406, de la cual se culpó al médico Mayr Alguadex.
[15]
En el texto, además, abundan las referencias a determinados pasajes bíblicos, que se mencionan siempre como apoyo en la argumentación contra los judeoconversos.
[16]
Ambos interlocutores comparten estas categorías. Respecto a los datos históricos, las fuentes consultadas coinciden en que debieron de vivir entre los últimos años del siglo VIII y la segunda mitad del siglo IX. Según el historiador Pérez de Urbel ([s.a.] 1969-70, pág. 136-137), Nuño Rasura (Nuño Núñez originariamente, a quien la tradición acabó otorgando el apelativo de “Rasuella”, “Rasuera” y, en este texto, “Rasura”) pertenecía a la familia condal de los repobladores de Brañosera, directamente vinculada con Fernán González. Laín Calvo, por otra parte, pertenecía a un linaje de caballeros bastante más humilde, del cual acabaría naciendo el Cid Campeador. Gutiérrez Coronel (1785, pág. 44) comenta que Laín Calvo se casó con doña Teresa Núñez, hija de Nuño Rasura y doña Argilo, por lo que ambos tenían la condición de yerno y suegro, respectivamente. Tanto el Retrato de los españoles ilustres (1791, sin pág.) como Pérez de Urbel ([s.a.] 1969-70, págs. 135-138) coinciden en otorgar a Rasura un carácter más político y legislativo y a Calvo una personalidad más temperamental y belicosa. Tal y como comenta Justo Pérez de Urbel ([s.a.] 1969-70, págs. 137-138), la historicidad de ambos personajes ha sido discutida por varios investigadores; él, sin embargo, desconfía de esta hipótesis y señala la alta probabilidad de su existencia. Señala, además, que en la tradición popular han quedado como dos símbolos, “encarnación del espíritu que animaba a aquella Castilla naciente” ([s.a.] 1969-70, pág. 138). Tal espíritu, que les haría ser adalides de la idea misma de Castilla, es el que, esencialmente, encarnan Calvo y Rasura en el diálogo. Es de destacar que, aunque la edad pudiera establecer una superioridad jerárquica de Rasura respecto a la autoridad de su voz, el personaje que cuenta con más protagonismo a lo largo del diálogo resulta ser Laín Calvo.
[17]
Dos frases en latín en la página 21 de la edición de López Romero.
[18]
Andrés Renales (n. 76) considera que la letra del manuscrito es del siglo XVII.
[19]
Este manuscrito es el volumen II de una colección facticia compuesta por tres volúmenes (los Mss. 3795-3797) con abundantes poemas de autores de renombre de finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, tales como Góngora, Quevedo, Bartolomé y Lupercio L. de Argensola, Lope de Vega, Zárate, Calderón, Juan de Alarcón, etc. (Jauralde, 1998, II pág. 801). Es probable que el texto fuese compuesto o recogido en torno a estas fechas, teniendo en cuenta la homogeneidad temporal que parece poseer la colección. Destaca sobremanera el presente diálogo, puesto que es el único texto en prosa de los tres volúmenes.
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