Notas |
[1]
Pedro López de Soto fue Veedor General de la Armada de su Magestad en el reino de Portugal. Propone este nombre María Isabel Vicente Maroto en su edición del texto, basándose en la credibilidad otorgada a las palabras finales del Montañés, quien dice haber construido en los últimos cuarenta años cinco galeones con su padre. Según la investigadora, este es el único constructor naval que habría fabricado cinco galeones entre 1592 y 1631 de acuerdo con la documentación de archivo consultada. Además, en el Diálogo se mencionan nombres y hechos que aparecen documentados en las cartas de este autor. No obstante, las medidas de las naves construidas por López de Soto y defendidas por este en una carta firmada en Lisboa en 1594 no se corresponden con las propuestas en el Diálogo, algo que la investigadora justifica por el tiempo pasado entre ambos textos y la evolución en la materia. Aparte de este nombre, en el estudio se propone el de Juan de Ojeda, hijo de Agustín de Ojeda, pero se descarta por haberse documentado la construcción de doce navíos y no cinco, como dice el texto (véase Vicente Maroto, 1998, págs. 26-28).
[2]
Aunque el manuscrito no está fechado, María Isabel Vicente Maroto propone este intervalo de fechas a partir del estudio de referencias internas de la obra. En ella se citan diferentes normativas sobre la construcción naval, así como varias epidemias entre los marinos de diversas ciudades, siendo la última fecha identificada la de 1630. Igualmente se hace referencia al descontento en el Cantábrico por el impuesto de la sal, que la editora fecha entre 1631 y 1632; y, por último, no se hace referencia a las Ordenanzas de Buen Gobierno de la Armada de 1633, de lo que se deduce que la fecha de composición de la obra es la ya mencionada de 1631-1632 (véase Vicente Maroto, 1998, págs. 21-23). En cambio, Carriazo Ruiz indica en la página 96 de su monografía el año 1628 (sin dar ninguna razón), pero después sugiere que el marco sea 1630-1632, basándose directamente en las sugerencias de Vicente Maroto, y se refiere varias veces a la obra como diálogo o anónimo de 1630 (véase Carriazo Ruiz, 2003, págs. 96, 152 y 153). Por su parte, el catálogo de la Biblioteca de la Universidad de Salamanca ofrece 1601, sin dar explicación más allá de la de fechar el manuscrito por la letra en el siglo XVII.
[3]
El texto realiza una revisión de los orígenes de la navegación, que se atribuyen a Noé, para luego centrarse en los problemas surgidos como consecuencia de las diferentes ordenanzas sobre la fabricación de naves, las medidas que debe tener el navío y las funciones de la tripulación.
[4]
Se mencionan las diferentes normativas sobre la construcción de naves y se proponen nuevas soluciones en relación con las medidas más adecuadas, el sueldo de los tripulantes e incluso mejoras en los servicios de los puertos. Sobre los oficios, se declaran las funciones de los diferentes miembros de la tripulación y se insiste en la necesidad de formarlos adecuadamente. Entre los sucesos particulares pueden mencionarse los distintos procesos de regulación de la fabricación de barcos (1611, 1613 y 1618), la orden del Marqués de Leganés en 1630 de fabricar cañones según el modo de Flandes, la imposición del tributo de la sal en los años anteriores a 1631 o las enfermedades que afectaron a las flotas de Pedro Meléndez de Avilés, de Antonio de Urquiola, de Fadrique de Toledo y de Francisco de Azevedo en 1574, 1589, 1628 y 1630 respectivamente.
[5]
Los interlocutores reciben el mismo nombre que los de los Diálogos militares y la Instrucción náutica de García de Palacio (véase Dialogyca BDDH59 y Dialogyca BDDH74), sin embargo, no parecen corresponderse con estos mismos personajes. En la Instrucción, ambos interlocutores se encuentran en México, adonde viajaron después de la conversación mantenida en los Diálogos militares; en cambio, en este diálogo anónimo, ambos continúan en España y no se remite en ningún momento a conversación previa ni al hecho de que se conocieran de antemano. El montañés, el único que nos ofrece datos sobre su persona, comenta que “A mí me ha costado alcanzar las cosas tan por menor muchos años de trabajo; y si mi caudal llegara al desseo, fabricara un galeón por las medidas referidas, para que la experiencia mostrara el desengaño; y si éste hubiera llegado quando mi padre y yo fabricamos cinco galeones que anduvieron en servicio de su Magestad, de los quales se perdieron dos en el Real Servicio, y no se me ha dado satisfación, ni de los sueldos dellos, fácil fuera ponello en execución” (Diálogo entre un vizcaíno y un montañés sobre la fábrica de navíos, ed. Mª Isabel Vicente Maroto, pág. 218). En los textos de García de Palacio, por el contrario, no se nos dice en ningún caso que el Montañés haya sido constructor naval, sino soldado, capacitado para hablar de cuestiones náuticas en tanto que ha navegado por el Pacífico y conoce los usos de dicha zona. En cuanto al Vizcaíno, dado que no se nos dan más datos sobre este interlocutor en la obra, no podemos precisar su categoría. Magdalena de Pazzis, 2002, págs. 205-223, en especial, pág. 213, n. 26 y pág. 222, parece confundir este diálogo con la Instrucción náutica de Diego García de Palacio (véase BDDH74).
[6]
No se ha localizado la referencia en ninguno de los repertorios habituales.
[7]
El manuscrito no está datado, pero se sugiere estas fechas a partir de las razones expuestas en la nota 2.
[8]
Este testimonio es una copia incompleta que se recoge en el volumen Colección de Fernández Navarrete, I. Pilotaje y derroteros, doc. 11, junto a otros documentos copiados igualmente por Martín Fernández de Navarrete. Pese a que no se trata de un testimonio exento en sí mismo, se ha considerado de esta forma pues su inserción en el volumen da muestra de que se trata de un facticio, ya que el tipo de papel y las medidas cambian de un documento a otro.
[9]
Este volumen recoge una transcripción del manuscrito de Salamanca, visto por Fernández Duro en la Biblioteca Real. La transcripción se encuentra en las págs. 106-222 y lleva por título Diálogo entre un vizcaíno y un montañés sobre construcción de naves, su arboladura, aparejo, etc..
[10]
No se ha podido localizar ningún ejemplar de esta edición. Tomo la referencia de Vicente Maroto, 1998, pág. 11.
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