Repertorios bibliográficos |
CCPBE, n. 000688556-X
Gallardo. Ensayo, II, n. 1484
Grigoriadou, págs. 269 y 270
Inventario mss. BNE, X, n. 3917
Moreno Garbayo. Madrid, I, n. 1194
Palau, VII, n. 143422
Simón Díaz. BLH, VI, n. 5377
USTC, n.5016810
Wilkinson. IB, n.B46762
OTROS: M. Menéndez Pelayo, Biblioteca de traductores españoles, Enrique Sánchez Reyes (ed.), Santander, CSIC, Aldus, S. A. de Artes gráficas, 1952-1953, 2 vols., vol. I, págs. 245 y 246.
G. Redondo Pérez, Imitación y traducción de Luciano en dos escritores áureos: Bartolomé Leonardo de Argensola y Sancho Bravo de Lagunas (ediciones críticas y estudios), Colección digital de tesis de la UCM, 2016, págs. 364-367. Publicación en línea: http://docta.ucm.es/entities/publication/48b6c377-b1ce-474f-bd4e-bd0899691ced
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Notas |
[1]
Por la dedicatoria de la pieza titulada Que no debe darse crédito fácilmente a la murmuración (Lisboa, 1626) –una traducción al castellano de Calumnia de Luciano que se atribuye a Sancho Bravo de Lagunas–, se puede sospechar que desempeñó un puesto en la administración del Estado, si bien no existen pruebas suficientes para demostrarlo. Además, se sabe por esa dedicatoria que fue criado del Conde Duque de Olivares y de don Baltasar de Zúñiga, tío materno del valido. También se aportan datos para inferir una acusación a Bravo de Lagunas por falta de limpieza de sangre. Michael O. Zappala (1990, págs. 142-143) indica asimismo, teniendo en cuenta las palabras de dicha dedicatoria, que este traductor pudo haber sido sacerdote.
[2]
Christian Egenolff publicó por primera vez la traducción latina de Bolerus en Estrasburgo (1530); se editó junto al Gallus traducido por Rodolfo Agrícola y otras dos traducciones más del propio Bolerus, a saber, Iudicium vocalium y una versión del coloquio décimo de los Dialogi mortuorum. La Vitarum auctio de Bolerus se incorporaría más tarde a las obras completas de Luciano editadas por Jakob Moltzer “Mycillus” (Frankfurt, 1538) y sus sucesoras [Cognatus-Sambucus (1563), Bourdelotius (1615) y Benedictus (1619)], convirtiéndose así en la traducción latina con mayor difusión en los siglos XVI y XVII.
[3]
Esta colectánea se puede leer en Madrid. Nacional, Mss. 2844, pero también en Madrid. Nacional, Mss. 8811, una copia del manuscrito anterior que prescinde de los tres diálogos originales de Argensola que sí se encuentran en aquel.
[4]
El último, que interviene en el diálogo con el apelativo “filósofo”, es realmente Pirrón de Élide (ca. 360-270 a. C), o “Pirria”, según lo llama Mercurio; fue el primer filósofo escéptico y fundador del pirronismo, que planteaba la imposibilidad de llegar a certeza alguna. Los restantes filósofos son representativos de algunas de las escuelas de pensamiento más trascendentes de la Antigüedad. Luciano (y con él el traductor) suele reducir su pensamiento a un aspecto cómico que emerge sobre todo de la conversación burlesca en la almoneda. Pitágoras de Samos (flor. 532 a. C.) postuló un concepto de ‘armonía’ basado en la relación que existe entre un sonido y aquello que lo emite, que se relacionó muy estrechamente con las matemáticas, así como con otras disciplinas destinadas a conocer diferentes aspectos de la realidad. Diógenes de Sínope (ca. 413-327 a. C.), discípulo de Antístenes, fue el modelo de cínico más reconocible ya en la Grecia antigua, opuesto a las principales escuelas filosóficas vigentes. Demócrito de Abdera, en Tracia (ca. 460-370 a. C.), discípulo de Leucipo, destacó por su estudio del átomo y se consideró padre del materialismo filosófico. Heráclito de Éfeso (flor. 504-501 a. C.), cuya obra se conservó en pocos fragmentos, de estilo ya considerado oscuro en la Antigüedad, dirigió su pensamiento filosófico a dirimir cuatro problemas esenciales: lo relativo al saber, el origen del cambio, las nociones de ‘oposición’ y ‘conflicto’, y las ideas de ‘unidad’, ‘orden’ y ‘ley’. El célebre Sócrates (470 / 469-399 a. C.), que como se sabe no dejó escrito texto alguno, no se retrata aquí propiamente como filósofo creador de la mayéutica para interrogar a la realidad, sino como parodia picante del pedagogo. Crisipo de Soli, en Cilicia (ca. 281-208 a. C.), fue discípulo de Zenón de Citio y autor prolífico del que solo han llegado algunos fragmentos; sentó las bases del estoicismo más característico y para defenderse de sus opositores se sirvió de manera prominente de la dialéctica. Pueden ampliarse detalles sobre ellos en J. Ferrater Mora, Diccionario de filosofía, Madrid, Alianza Editorial, 1984, 4 vols., s. v..
[5]
La marca de agua que se ha detectado en los folios 130, 132, 133, 135, 138, 140, 141, 144 y 145 se parece a las que Valls i Subirà cataloga como 3 y 9, de los años 1603 y 1650 respectivamente, por lo que se podría fechar el papel utilizado para esta copia en torno a la primera mitad del siglo XVII (cf. Oriol Valls i Subirà, La historia del papel en España, Madrid, Empresa Nacional de Celulosa, [1978]-1982, 3 vols., vol. III).
[6]
Es una copia del impreso, aunque no existen indicios para concluir que sea una transcripción del ejemplar Madrid. Nacional, R-5040 (2) (véase Redondo Pérez 2016, págs. 389-391). El texto de Bravo de Lagunas se puede leer a partir del folio 130r del volumen 6 del Parnaso español digitalizado por la BNE.
[7]
Este testimonio manuscrito del diálogo Almoneda de vidas es una copia del ejemplar impreso conservado en Madrid. Nacional, R-5040 (2) (véase Redondo Pérez 2016, págs. 389-391). En el ms. de Madrid. Nacional, Mss. 8811, fols. 23r-43v se lee otro testimonio de Almoneda de vidas que a su vez copia del ms. Madrid. Nacional, Mss. 2844; véase la nota 3.
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