Notas |
[1]
Es el único diálogo –de los escasos textos en prosa– incluido en un códice fundamentalmente poético. El manuscrito Fuentelsol de la Real Biblioteca (II/973) es un códice misceláneo de 433 folios, recopilado en Salamanca entre 1580 y 1586, valioso para la poesía del siglo XVI, en especial para fray Luis de León y para el Romancero nuevo. Reúne a varios de los mejores poetas que florecen antes y durante esa década, con indudable fortuna literaria posterior. Además de Fray Luis, están representados Diego Hurtado de Mendoza, Acuña, Francisco de Figueroa, Espinel, Lupercio L. de Argensola, Melchor de la Serna, Lope, Liñán, Góngora, Almeida, Cairasco, etc.
[2]
La crítica de costumbres afecta sobre todo a las estudiantiles: soberbia, violencia, relajación moral e incapacidad para el estudio, presunción, derroche indumentario, mugre o lujo.
[3]
El peso se concentra en la sátira social, costumbrista y académica: denuncia de la prostitución, los logreros o usureros, la vida de estudiantes y colegiales, los paseantes callejeros, el cultivo de las apariencias, el parasitismo de los estudiantes eternos, la falsa caridad, etc.
[4]
La preocupación educativa se concentra en una crítica de lo que rodea a la universidad salmantina, autoridades académicas, estudiantes, padres que maleducan a hijos consentidos y violentos, acerada denuncia de los pasantes y, muy en especial, de los aspirantes y pretendientes nuevos o candidatos a cátedras, la corrupción en las oposiciones a cátedras –denuncias hilarantes– y el régimen de vida en los colegios. A la vez, realiza propuestas sobre la formación de un pretendiente ideal y escuetas definiciones de sabio y hombre discreto.
[5]
Encarnada en algunos rasgos del personaje de Abarca, que se considera como melancólico.
[6]
Referido en especial a la vivencia de la naturaleza y del campo cercano a Salamanca que experimentan los interlocutores.
[7]
Algunos sucesos particulares se tratan en forma de anécdota chusca e ingeniosa, atribuidos a personajes históricos. La “Duquesa” es la de Alba, blanco de diversas anécdotas risibles y dichos en los libros de chistes de la época; por las fechas no es fácil saber a qué duquesa de Alba se refiere, aunque sea este un personaje tradicional en varios libros de chistes (véanse las hipótesis más verosímiles en Vian Herrero 2014, ed. del texto, nota 41). Otro personaje mencionado es Ruy Díaz de Mendoza, llamado igual que el padre "que vos e yo conocimos", señor de Morón y maestresala de la reina católica Isabel (G. Fernández de Oviedo, Batallas y quinquagenas, Madrid, RAH, 2000, tomo iii, Batalla i, Quinquagena 4, diálogo l, págs. 225 y 230). El linaje pertenecía a la nobleza vieja del reino; Ruy cambió su villa de Iniesta con el marqués de Villena, Juan Pacheco, y adquirió así el condado de Castrojeriz, reconocido como tal en la concesión del título de conde de Castro, por los Reyes Católicos el 22 de abril de 1476. Por último, bajo la alusión al "alcalde Salazar" (entendiéndolo como 'alcaide'), se trata probablemente de una referencia al capitán Diego de Salazar, protagonista de varios sucedidos en los libros de anécdotas de los Siglos de Oro, que "sirvió a las órdenes del Gran Capitán en Italia, formó parte del ejército organizado por Cisneros para la conquista de Orán, y en los últimos años de su vida se hizo ermitaño; miembro del círculo humanístico toledano de Diego López de Ayala […], en colaboración con él, tradujo […] el Filocolo boccacciano y La Arcadia de Sannazaro. Tradujo, además, a Apiano y Maquiavelo y escribió un tratado De re militari" (Melchor de Santa Cruz, Floresta española, ed. y est. prel. M. P. Cuartero y M. Chevalier, Barcelona, Crítica, 1997, parte x, pág. 266, nota 10 de los editores).
[8]
Ambos interlocutores tienen la vaguedad de la ficción, sin deseo de reproducir necesariamente a un hablante histórico concreto, pero poseen nombres vinculados fehacientemente a la universidad salmantina: Arnedo puede representar un nombre genérico de los varios Arnedos, casi siempre aragoneses, que pasaron por Salamanca en distintas disciplinas (Vian Herrero 2014, nota 1 a la ed. del texto). Abarca, que se recrea en la naturaleza como lugar de reflexión y estudio, lejos de las indeseadas compañías, hace pensar en una familia seguramente hidalga, asentada al menos desde fines del s. xv en la ciudad: la casa de los Abarcas fue fundada por Fernán Álvarez de Abarca, médico de Isabel la católica y catedrático de Salamanca, cuya hija Ana, casó con D. Fernando Maldonado, uno de los comuneros degollados en Villalar (J. García Mercadal, Estudiantes, sopistas y pícaros, Buenos Aires, Espasa-Calpe/Austral, 1954, pág. 34).
[9]
Posiblemente lo son de leyes.
[10]
Algunas expresiones, citas y referencias latinas esmaltan la conversación, de acuerdo con el decoro estilístico de los interlocutores estudiantes.
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