Notas |
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La dedicatoria aparece anunciada en la portada, pero el texto, propiamente dicho, falta entre los preliminares. Como autores secundarios aparecen: fray Juan Ponce de León (monje de la Orden de Mínimos de San Francisco de Paula, calificador del Consejo de Su Majestad en el de la Suprema y General Inquisición y visitador de todas las librerías de Castilla y reinos de Su Majestad), autor de una segunda censura o aprobación eclesiástica (Madrid, 19 de agosto de 1631); el licenciado don Juan de Velasco y Azevedo (vicario general de la villa de Madrid y administrador perpetuo del Arzobispado de Toledo), redactor de una segunda licencia de impresión (Madrid, 20 de agosto de 1631); don Francisco de Quevedo y Villegas, responsable de la aprobación civil (Madrid, 22 de septiembre de 1631); el licenciado Rodrigo Caro (juez oficial y vicario general de la Iglesia y Arzobispado de Sevilla), quien escribe una aprobación inicial (Sevilla, 19 de febrero de 1631); y el doctor don Luis Venegas de Figueroa (gobernador, provisor y vicario general de Sevilla y su Arzobispado), que expide la primera licencia (Sevilla, 22 de febrero de 1631).
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La obra se compone de cinco diálogos. Los cuatro iniciales están consagrados a tratar cuestiones de retórica. El primero sirve de introducción al tema, versando sobre los conceptos de crítico y culto. En el segundo se diserta sobre las dos primeras partes de la retórica: la invención y la disposición. El tercero está dedicado exclusivamente a la elocución, tercera parte de la retórica, a la que el autor concede una especial importancia. El cuarto se consagra a la oración acomodada o discurso apto, cuyas partes deben guardar una concordancia entre sí y un decoro con el público al que se dirige, por lo que asigna una parte significativa al estudio de los estilos, al vocabulario y a la dicción; promete tratar de la memoria y la acción más adelante, pero no cumple este compromiso. El último diálogo se destina exclusivamente a cuestiones y normas ortográficas, decantándose el autor por una ortografía etimológica y de uso y no fonética.
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Costumbres.- Se describen las costumbres que mantienen los señores y criados en sus casas. Se alude igualmente a usos de ciertos personajes históricos, eruditos que proyectaron sus obras a largo plazo, revisándolas y perfeccionándolas, hasta el punto de dejarlas inconclusas y sin publicar (como Pantagato, el licenciado Francisco Pacheco, Fernando de Herrera y el maestro Francisco de Medina).
Crítica de costumbres.- Se alude a las penurias y agobios que pasan los que pretenden obtener cargos u oficios. En un pasaje del primer diálogo se critica a los falsos cultos, que, con unas pocas nociones aprendidas, pretenden aparentar ser grandes conocedores de todos los saberes y censuran a los predicadores, causando grandes perjuicios a las almas. Se reprueban los comportamientos de los hombres presumidos, habladores e ignorantes.
Dialéctica.- En el diálogo segundo se habla con frecuencia de las técnicas de argumentación que deben emplearse en la disposición retórica del discurso, en especial en la parte correspondiente a la confirmación y confutación y a la amplificación.
Educación.- En el diálogo primero, a solicitud del joven Juan de Guzmán, el licenciado Sotomayor formula todo un programa educativo para los jóvenes nobles y ricos, a fin de convertirlos en hombres cultos capaces de desenvolverse con éxito en sociedad y dominar un lenguaje correcto y atractivo con el que comunicarse.
Emblemática.- Con cierta frecuencia, Robles traduce y explica el significado de algunos emblemas de Alciato.
Gramática.- En el diálogo segundo se habla de la oración gramatical, de sus elementos componentes y sus clases.
Historia.- Se alude a personajes históricos, conocidos por Robles, y se relatan circunstancias biográficas de los mismos (como las referidas al licenciado Francisco Pacheco, a Fernando de Herrera y al maestro Francisco de Medina), se explica la turbación de algunas personas ante la majestad de Felipe II, se refieren episodios de la vida del arzobispo Pedro de Castro y Diego de Deza (fundador del Colegio de San Miguel, en Sevilla) y se señala la importancia histórica del general cartaginés Aníbal. En el diálogo segundo se describen brevemente las técnicas y formas de la narración histórica.
Lengua.- En el diálogo primero, el autor alude reiteradamente a que se utilice un lenguaje claro y preciso, como ideal expresivo. En el diálogo tercero se establece una disputa sobre el origen e historia de la lengua española.
Literatura.- Las referencias a obras literarias de muy diversa índole, lengua y autoría son constantes, mostrando el autor en el diálogo primero un claro rechazo de la narrativa realista (la novela de caballerías, el Guzmán y el Quijote), a favor de las obras didácticas e históricas.
Medicina.- En el diálogo último se alude a determinadas causas de las muertes súbitas.
Mitología.- Con cierta frecuencia saltan en la conversación referencias mitológicas, de las que en ocasiones se explica su significado real y simbólico, como en los casos de Zeus y Ganímedes, Paris y las tres diosas o la fábula de Cadmo, tomada de las Metamorfosis de Ovidio.
Profesiones.- Todo el primer diálogo está dedicado a describir a los cultos y a los críticos. Los primeros son aquellos que poseen conocimientos sobre los distintos saberes y ciencias, de manera que están capacitados para valorar las obras escritas por los demás y orientarnos en el provecho y utilidad de las mismas; y los segundos se caracterizan por poseer conocimientos culturales suficientes sobre historia, ciencias, mitología, retórica, etc., para poder establecer una conversación sensata y atractiva, aderezada con facecias y cuentecillos. Se mencionan también las características particulares de ciertas profesiones, como las de gramáticos, poetas y jueces.
Sucesos particulares.- Aparecen relatos de sucesos particulares, como el viaje del cardenal Fernando de Castro, a quien sirvió Robles, a Valencia y Vinaroz para recibir a la reina Margarita de Austria y participar en las ceremonias matrimoniales de esta con el rey Felipe III y de la infanta Isabel Clara Eugenia, hermana del rey, con el archiduque Alberto. Igualmente se refiere la entrevista del maestro Francisco de Medina con Juan de Ribera, en Valencia.
Traducción.- Con mucha frecuencia, el autor traduce fragmentos de poetas latinos en verso castellano, o de otros autores clásicos, en prosa.
Varia lección.- El autor ofrece bibliografía adecuada y fiable para el buen culto, que debe dominar ciertas materias, como tratados de predicación, retórica y ortografía, así como repertorios de historias, fábulas, agudezas y cuentecillos, a fin de discurrir con coherencia y efectuar una conversación mediante adecuados recursos retóricos. Con frecuencia, se ofrecen fragmentos de obras latinas, traducidas en verso o prosa, según los casos, por Juan de Robles, e igualmente, se reproducen textos de autores castellanos, aunque a veces las citas no son literales, sino alusiones o paráfrasis breves, de escritores nombrados u ocultos, alegados de forma directa o a través de otros autores, que en ocasiones se reducen a la simple mención de los nombres de obras y creadores, clásicos o modernos, latinos o castellanos.
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El licenciado Sotomayor, quien en la obra protagoniza episodios históricos documentados en la biografía de Robles, es un claro trasunto del propio autor. Tras el personaje de don Juan de Guzmán, noble y mozo de 15 años, podría ocultarse de manera difusa el heredero de la casa ducal de Medina Sidonia, si bien, en términos generales, representa a la juventud aristocrática de aquella época, a la que Robles adjudica la obligación de formarse y prepararse, pues está destinada a regir los destinos de la sociedad en el futuro inmediato.
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